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Faltan los palomares

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A todo no se puede estar. Me quedo sin ver por dentro los palomares de Tierra de Campos.

Unos días antes de salir hacia Palencia había llegado a casa un ejemplar de Paloma al aire de Ricardo Cases. La segunda edición. Vete ahora a comprar la primera. Martin Parr está haciendo estragos con su Historia del fotolibro.

Vuelvo. De la bibliografía disponible en la red, un impresionante Inventario de Palomares en la Tierra de Campos Palentina de Manuel Malmierca y Juan Carlos Aparicio. También de Malmierca una unidad didáctica para niños de secundaria que resulta útil cuando -como es el caso- no se tiene ni idea del tema.

En este último trabajo se recogen algunos textos breves entre los que se encuentra este de Columela:

«El tener estas aves no desdice del cuidado de un buen labrador. Se mantienen con menos comida en los parajes que están lejos del poblado, en los cuales se les permite salir libremente, porque después vuelven a los sitios que se les señalan en las torres más altas o en los edificios más elevados, donde entran por las ventanas que se les dejan abiertas y por las cuales salen volando a buscar su alimento. Sin embargo, durante dos o tres meses se les da comida que se ha tenido el cuidado de reunir para ellos; después ellas se mantienen con las semillas que encuentran en el campo. Pero esto no lo pueden hacer en los sitios inmediatos a algún poblado, porque caen en las varias especies de lazos que les ponen los cazadores. Se
les debe echar de comer debajo de techado, en un sitio de la casería que no sea bajo ni frío, sino sobre un piso que se hará en un sitio elevado que mire al mediodía del invierno. Sus paredes, para no repetir lo que ya hemos dicho, se excavarán con órdenes de hornillas, como hemos prevenido para el gallinero o si no acomodare de este modo se meterán en la pared unos palos y sobre ellos se pondrán tablas que recibirán casilleros, en los cuales las aves harán sus nidos u hornillas de barro con sus vestíbulos por delante para que puedan llegar a los nidos. Todo el palomar y las mismas hornillas de las palomas deben cubrirse con un enlucido blanco, porque es el color con que se deleita principalmente esta especie de aves y también se han de enlucir por fuera las paredes, principalmente en la inmediación de la ventana, la cual estará colocada de manera que de entrada al sol la mayor parte del día de invierno…»

«El palomar debe barrerse y limpiarse de tiempo en tiempo, porque cuanto más aseado esté, más alegre se muestra el ave, la cual es tan difícil de contentar, que muchas veces toma tanta aversión al palomar, que lo deja cuando se le presenta la ocasión de salir volando de él, cosa que sucede frecuentemente en los parajes donde tienen libertad de salir. Para que esto no ocurra hay un antiguo precepto de Demócrito que es el siguiente: Hay un especie de gavilán que la gente del campo llama «tinúnculo» (cernícalo), que acostumbra hacer su nido en los edificios; los pollos de esta ave se meten en ollas de barro, y estando todavía vivos, se cubren con tapaderas que se cogen con yeso, hecho lo cual se cuelgan estas vasijas en los rincones del palomar: esto les granjea tal amor a aquel sitio que nunca lo abandonan».

Casi por azar, revolviendo, he encontrado aquí una cita relativa a un paraje cercano a casa. Como no podía ser de otra forma, hay de por medio escopetas y curas. (Más completo, aquí).

«Constituciones Sinodales, 1613 Egüés (Navarra). A pesar de la prohibición que tenían los clérigos de no cazar, no era raro ver a alguno de ellos que lo hacia sin escándalo de los feligreses, como ocurrió como Juan de Elcano, beneficiario de la parroquia de Egüés al que se acusaba: de tirar con escopeta a palomas y otras aves… causando también daño en palomares vecinales».