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Passy en invierno : ©

Empel

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El hombre que cuida la capilla de Empel habla un inglés que puedo entender. Su acento es muy malo y eso ayuda. Sentados frente a frente, miramos hacia afuera, llueve mucho y ahora no hay peregrinos. Le pregunto por unas botas militares que están colgadas de la verja que protege la imagen de la Virgen. Las dejó hace un par de días un español. Una especie de ofrenda. Como el hombre es un tipo educado no me dice cuándo, pero las va a quitar. A quién se le ocurre colgar unas botas de la reja de una capilla. Le pregunto si se dejaría fotografiar. No tengo éxito. Charlamos un rato más y me dice que se va a comer. Volverá a las cinco para apagar las velas que hayan encendido los fieles. Como no hay forma de trabajar afuera, repaso el libro de visitas.

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“Acuérdate, pues, ante cualquier cosa que te impulse a la tristeza de usar este precepto: «No es que sea esto un infortunio, sino que el sobrellevarlo noblemente es una suerte»”.

Epicteto

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Cuando fuimos iconoclastas

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Escultura
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Alquimia en lugar de estática

«En las primeras generaciones del imperio, el antiguo politeísmo empezó a convertirse en monoteísmo mágico, sin que muchas veces cambiase nada en la forma exterior del culto del mito. Había surgido un alma nueva, que vivía las formas viejas de otra alma. Seguían los mismos nombres, pero cubriendo nuevos númina. Todos los cultos de la Antigüedad posterior, los de Isis y Cibeles, los de  Mitra, Sol, Serapis, no son ya tributados a seres con fijeza y representados plásticamente. En la Acrópolis se adoraba a Hermes Propileo a la entrada. Pocos pasos más allá se encontraba el Santuario de Hermes, el marido de Aglaura; y sobre este lugar, se alzó más tarde el Erecteón. En el extremo sur del Capitolio, junto al Santuario de Júpiter Feretrio, que, en vez de estatua, tenía una piedra sagrada (sílex), estaba el de Júpiter Óptimo Máximo; Y cuando Augusto construyó para éste un templo gigantesco, hubo de dejar intacto, respetuosamente, el lugar donde el numen moraba primero.

Pero en la época cristiana primitiva ya Júpiter Doliqueno y Sol Invicto eran adorados dondequiera «hubiese dos o tres reunidos en su nombre». Todas esas de deidades fueron poco a poco, sintiéndose como un numen único; solo que cada creyente de un determinado culto estaba convencido de que la verdadera forma era la que él conocía. En este sentido, se hablaba de «Isis, la del millón de nombres». Hasta entonces los nombres habían sido denominaciones de otros tantos dioses, de otros tantos seres distintos, por el cuerpo y por la morada. Ahora son títulos de un solo, a la que cada cual se refiere.

Este monoteísmo mágico se revela en todas las creaciones religiosas, que desde el Oriente llenan el imperio: la Isis, Alejandrina; el dios del Sol (el Baal de Palmira), preferido de Aureliano; Mitra, protegida por Diocleciano, y cuya forma pérsica fue totalmente transformada en Siria; la Baalat, de Cartago ( Tanit, Dea caelestis), adorada por Septimio Severo. Éstas deidades no aumenten el número de los dioses concretos, a la manera antigua, sino que, por el contrario, los absorbe, en un modo que cada vez se aparta más de la representación plástica. Esto es alquimia en lugar de estática. A este nuevo sentir corresponde la aparición de ciertos símbolos -el toro, el cordero, el pez, el triángulo, la cruz- en lugar de las imágenes. La frase in hoc signo vinces no suena ya a «antigua». Va a preparándose la aversión a las representaciones de la figura humana, aversión que llegó más tarde a la prohibición de las imágenes en el islam y en Bizancio».

La decadencia Occidente

Oswald Spengler

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El zapato equivocado

Estética
Sueños
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Me encuentro con una señora mayor que se conserva bien. No recuerdo habérselo preguntado pero me indica cómo ir a la embajada española. Con el brazo señala hacia la izquierda mientras me dice que vaya a la derecha. Le pido por favor que se coloque de manera que no confunda las direcciones.

Caminamos juntos un poco y le dijo que hay en ella mucho sufrimiento y también erotismo. Me habla de sus dolores de espalda y de un producto hecho a base de raspas de merluza en el que ha gastado mucho dinero y no le alivia en absoluto. Llegamos a un parque y ella se despide, pero antes me advierte de que a la embajada hay que ir bien vestido.

Cuando llego, llamo a la puerta y luego a otra, hasta llegar a una tercera en la que me abren directamente. No sé qué significa “directamente”. Más tarde, en un ascensor, me doy cuenta, en presencia de mi hermana, que voy muy mal arreglado.

No solo llevo zapatos distintos; calzo uno de ellos en el pie equivocado.

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Silencios y liberación lenta

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Correspondencia
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Mientras tanto
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En un triste encuentro con H, me doy cuenta de que mi cinismo ha acabado con muchas amistades: comentarios, correspondencia, acidez. Por otra parte, si no puedes decir a los amigos qué piensas, no servirá de mucho el intercambio. Adónde voy preguntándome esto: miro a las personas con las que ya no me relaciono, tal vez porque dije algo inconveniente, y no me resulta muy doloroso. Es muy posible que sea yo una persona de las que ahora resultan ser tóxicas: un bote de veneno rápido para unos, una pócima de liberación lenta para otros.

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«Durante mi solitaria vida (…) he hablado más bien para evitar oírme a mi mismo». El silencio que conforman las palabras de Monsieur Ouine en la habitación no aporta ningún alivio: «Está lleno de otras palabras no pronunciadas, que Steeny cree oír murmurar, agitarse en algún sitio, en la sombra, como un nudo de reptiles». Al morir, monsieur Ouine emite el leve sonido de una risa «que apenas se alzaba por encima del silencio».

Historia del silencio

Alain Corbin

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Los miembros derribados

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Sueños
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«Y no es otra la causa de que, cuando el sueño tiene derribados los miembros, nuestro espíritu permanezca en vela: porque lo excitan los mismos simulacros que cuando estamos despiertos, hasta el punto que creemos ver al que, dejando la vida, fue ya presa de la muerte y de la tierra. La Naturaleza produce estas ilusiones porque todos los sentidos del cuerpo reposan, paralizados, en los miembros, incapaces de refutar el error contrástandolo con la verdad. Además, la memoria yace sumida en lánguido sueño y no arguye que aquel que el espíritu cree ver en vida, fue presa ya hace tiempo de la muerte«.

De la Naturaleza

Lucrecio

Ed. Acantilado. pág. 373

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RÁPIDO REM en Punto de Fuga

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Centauro

Estética
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Los privilegios del hombre

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Sueños
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«Recomiendo los sueños una vez más; vivimos y sentimos tanto en sueños como despiertos, y aquello es tan bueno como esto. Uno de los privilegios del hombre es que sueña, y lo sabe. Apenas se ha hecho todavía de esto el uso adecuado. El sueño es una vida que, ensamblada con lo demás de nosotros, se convierte en aquello que llamamos vida humana. Los sueños se van diluyendo poco a poco dentro de nuestro recuerdo cuando estamos despiertos; no puede decirse cuándo empieza a estar despierto un hombre».

Aforismos
G.C. Lichtenberg

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Situar el pensamiento

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«Cuando en sueños discuto con alguien y él me refuta e instruye, soy yo quien se instruye a sí mismo, es decir, el que reflexiona. Esa reflexión es, pues, vista bajo la apariencia del diálogo. ¿Podemos por lo tanto admirarnos de que los pueblos primitivos expresaran lo que pensaban ante la serpiente, como Eva mediante: «la serpiente me dijo», «Dios me dijo», «mi espíritu me dijo»? Como no sabemos a ciencia cierta dónde pensamos, podemos situar el pensamiento donde queramos. De la misma forma que se puede hablar pensando que lo que se dice procede de un tercero, también se puede pensar como si nos lo hubieran dicho: el espíritu de Sócrates, etc. ¡Cuántas cosas sorprendentes se podrían descubrir a través de los sueños!

Aforismos

G.C. Lichtenberg

Ed. Cátedra

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18 de marzo. Día mundial del sueño

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Confianza y vanidad

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Busqué consuelo en quienes han escrito sobre los pesares que, tarde o temprano, a todos nos alcanzan. Pero cuando te encuentras con quien no se compadece del lector, tus males quedan tan a la vista que enseguida sabes que con nada podrás ocultarte de ti mismo. 

“Gran parte de la confianza -dice Schopenhauer- que depositamos en los demás se debe, a menudo a la pereza, el egoísmo y la vanidad; a la pereza, cuando preferimos confiarnos a los otros por no indagar, vigilar y actuar nosotros mismos; al egoísmo, cuando la necesidad de nuestros propósitos nos empuja a confesar algún asunto; a la vanidad, cuando se trata de hacer algo de lo que nos sentimos orgullosos. En cualquier caso, exigimos que se respete la confianza depositada en ellos.

Sin embargo, nunca debemos molestarnos por la desconfianza porque en ella se esconde un cumplido a nuestra honradez, en tanto que reconoce sinceramente la escasez de esta última, por lo que se la tiene como algo de cuya existencia hay razones para dudar”.

Aforismos sobre la sabiduría de la vida Arthur Schopenhauer Hermida Editores

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Los Derechos del Hombre

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Hace tan buen tiempo en París que no dan ganas de entrar a la feria. Mejor pasear casi a cuerpo gentil por los Campos de Marte. Cuando atardece, junto al monumento a los Derechos del Hombre, un grupo de chicos montan un botellón con una música bien elegida. La construcción tiene un aire entre egipcio y agnóstico. Aunque a esta hora está cerrado, desde fuera resulta acogedor. En casa leo los comentarios que dejan los visitantes en estas páginas donde un puede escupir lo que le plazca: “Un monumento frío, helado incluso que es en realidad una especie de pequeño templo masónico abarrotado de detalles y referencias esotéricas, más o menos escondido en el corazón de París, y que tiene un solo mérito: revelar públicamente la pertenencia de la República Francesa a (la) Masonería”.

Hay mucho escrito sobre la etimología del término masón. Zbigniew Herbert se refiere a ella cuando habla de las catedrales en Un bárbaro en el jardín (pág. 139): “La terminología que se utilizaba para designar a los diferentes artesanos es bastante pobre y confusa. Muchas veces no se basaba en sus funciones sino en la realidad. Así, un término como el inglés hard hewers, definía los artesanos que trabajaban en las piedras pesadas, como por ejemplo las que hay en los alrededores del condado de Kent, a diferencia de los que labraban piedras más ligeras, que se destinaban a las esculturas, y los llamados freestone masons (posteriormente se utilizó el término abreviado Freemason, del que procede el nombre francés franc-maçon, que, no obstante, en la Edad Media no se conocía, y empezó a circular en el siglo XVIII para referirse a la francmasonería)…”

Unos metros al Este del monumento a los Derechos del Hombre, en la calle Bosquet, está Coedition, que es adonde iba. Es lo que tiene caminar sin rumbo. Quería ver la fachada de esta tienda de muebles. No sé si se puede llamar así: tienda de muebles. Me ha hecho recordar aquellas de hace años en las que se exhibían cuadros de ciervos saltando arroyos, perseguidos por perros de caza. Cabeceros de madera oscura y brillante. Cómodas y mesillas. Comprar el dormitorio. ¿Cómo se amueblan ahora las casas? Como se puede, supongo. Como lo hicimos nosotros. Las bombillas desnudas, algunas sillas regaladas.  Oscar Wilde, mientras se marcha de casa de los Proust: – ¡Qué casa tan fea la suya!

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La victoria de lo intrascendente

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«Pero la obra de Christo, en efecto, no es trascendente. No pretende mostrarnos la verdad que subyace bajo las apariencias, más bien se conforma con mostrarnos las enormes posibilidades que ofrece el trato imaginativo con esas mismas apariencias. Esta labor <intrascendente> puede espantar a los críticos amantes de lo épico más incluso que su sospechosa adaptación al mundo real. Pero lo que sin duda les parecerá más intolerable es que su participación resulte innecesaria: los trabajos de Christo tienen una dimensión mediática tan resonante y constituyen unos éxitos tan incontestables que no requieren mediación crítica. Christo ha conseguido imbricar la inutilidad de su esfuerzo con la urdimbre contemporánea, con los ritmos habituales de una sociedad economizada. Su obra resulta desde ese punto de vista, clásica en la medida en que, a diferencia de todo el arte de vanguardia que surge de la contra del sentido común, brota con naturalidad en la ribera de la corriente que arrastra a la misma sociedad y la agasaja con unos frutos que cualquiera es capaz de saborear sin esfuerzo».

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«Su educación socialista no sólo atenúa la suspicacia que despierta esta profesión de cinismo, sino que enfatiza el valor dialéctico de su controversia real y activa con lo dado. Los trabajos en los que Christo fue obligado a participar no trataban de conducir al espectador a otro mundo, de naturaleza espiritual, sino de incidir a través de la ficción en su percepción de la realidad. Los fines de semana era enviado con su cuadrilla a las granjas que bordeaban las vías del Orient Express con la misión de adecentarlas y maquillar su productividad al objeto de que los viajeros occidentales -que difícilmente obtenían otra perspectiva de Bulgaria- apreciaran su prosperidad. Este entrenamiento no sólo predispuso a Christo a trabajar en grupo y en el ambiente real, sino que, seguramente, le hizo meditar sobre el tema del encubrimiento, el escenario y la imagen».

Estrategias del dibujo en el arte contemporáneo. Juan José Gómez Molina coordinador. Editorial Cátedra. Capítulo XIII Nada más profundo que la piel: los dibujos de Christo. Ramón Salas

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París, Arizona

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«Creo que la mente es lo más valioso del mundo… Hace poco estuve en Israel y me llevaron de Belén a Jericó por veredas polvorientas hasta llegar a la frontera con Jordania, y el paisaje me pareció un desierto como otro cualquiera, pero con una diferencia: nunca olvido que este es de los más antiguos del mundo; que hace 7.000 años la gente ya construía todos nuestros recuerdos aquí, era una superficie de 300 km. Sólo queda tierra y rocas, no hay vestigios, pero uno lo sabe. Es absolutamente antidialéctico afirmar que no es diferente de cualquier zona desértica de Arizona. No es posible separar las cosas, pues toda nuestra percepción del mundo proviene de nuestra mente. No se puede divorciar algún tipo de existencia formal de la existencia mental, funcionan juntas y encajan bien».

Christo Javacheff

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