Querida J.:
No creo que haya sido tu condición de mujer la que te ha impedido fotografiar a los chicos del PETA en el callejón de la plaza de toros. Más bien un conjunto de elementos que no desaparecen de la sesera del personal así les pases un estropajo con agua jabonosa.
personas que se encargan del orden en estos acontecimientos tienden a la bonhomía y no exigen un carné profesional o que te hayas acreditado previamente. Luego pasa lo que pasa. Si; ya sé que, de joven, tu ilusión era fotografiar el encierro para la prensa escrita y que tu condición femenina fue la causa de la negativa del periódico. Me contaste quién fue la primera mujer que se subió al vallado cámara en ristre y que semejante acontecimiento no fue hace mucho. Lo sé, pero lo de hoy era distinto. El de seguridad te ha visto como te ha visto: una falda monísima, bolso grande, mi bolsa de plástico en el antebrazo y una cámara compacta muy buena pero que parece de pin y pon. A tu alrededor los otros fotógrafos iban vestidos como se visten los fotógrafos, además de llevar al cuello unas cámaras grandes y angulares como la cúpula del Vaticano y teleobjetivos que se miden por centímetros. Claro; así no pasas.
No es que no hayas pasado por mujer. No has pasado por mujer, por no ser excesivamente joven, por no tener pinta de lo que eres, por llevar bolso grande y por sujetarme en el peor momento la bolsa de plástico en la que llevaba la alcachofa de la ducha para cambiarla por otra. La cal: ya sabes. Y sobre todo, no has pasado porque da igual de qué acto, procesión o exhibición se trate: a un tipo que tiene un patrón cerebral determinado no puedes pedirle mucho. Da igual que sea socio del PETA o de la Hermandad de la Pasión. ¿Te acuerdas del juguete de Fisher-Price en el que el niño tiene que encajar en cada hueco el objeto con la misma forma? pues aquí lo mismo. Si tienes pinta, pasas. Si no, no. Es lo que comúnmente se llama prejuicio.
Cuando nos marchábamos, mientras le afeabas la conducta al muchacho en cuestión, él ha hecho un amago de disculpa y ha dicho –más o menos y entre dientes- que no sabía cómo distinguir a un fotógrafo de quien no lo es y que de algo tenía fiarse. Era el momento idóneo para darle con el bolso.
Otro día hablaremos de por qué han dado en ser tan recatados los miembros del PETA. De por qué hacen un cordón de seguridad o impiden el paso por los laterales de la manifestación, excepto si eres fotógrafo o pareces serlo, o por qué las chicas se tapan los pezones con esparadrapo (tal vez por Facebook o por el miedo al uso de las imágenes, no lo sé). El caso es que todo tiende a una ultracorrección parecida a las pescadillas.
Nos vemos el lunes, supongo,
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