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José Ramón Anda en Bergara

Correspondencia
Escultura
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carmen-y-jose-ramonQuerido José Ramón:

Ya sabes cómo son las casualidades: llevaba años detrás de una vieja edición de El cementerio marino y no había manera de encontrarla. Hasta el otro día, cuando me llamaste. Fue colgar y venírseme a la mano este ejemplar editado por Alianza que parecía esperar el rescate, ajado y con los bordes amarillos.

Hay un prólogo del propio Valéry en el que habla de algo que me rondaba hacía tiempo: la construcción del poema y por extensión de cualquier obra de arte, a partir de un compromiso con unas condiciones determinadas.

“Cada vez que pienso en el arte de escribir (en verso o en prosa), el mismo «ideal» se me ofrece. El mito de la «creación» nos seduce para querer hacer algo de nada. Sueño, entonces, que encuentro progresivamente mi obra a partir de puras condiciones de forma, cada vez más reflexionadas, cada vez más precisadas, hasta el punto de proponer o imponer casi…un tema o, al menos, una familia de temas”.

“Observemos –dice después- que las condiciones de forma precisas no son sino la expresión de la inteligencia y de la conciencia de que poseemos medios de los que podemos disponer y de su alcance así como de sus límites y sus defectos”.

En tu caso, esos medios tan concretos y de los que no te has apartado durante todo este tiempo, condicionan inexorablemente la idea, la hacen aparecer. Una y otra –idea y representación- resultan inseparables. Cuanta mayor es la exactitud en la forma, más clara resulta la contemplación de la obra. No estoy contra el azar, ya ves: el azar me ha hecho encontrar el texto que buscaba. Tú mismo has llamado Ezustekoa a un par de esculturas en las que la forma previa te llevó a resultados poco previstos. Sin embargo, es el rigor, convertido al final en una aparente sencillez, el que nos permite comprender. “Lo espontáneo –dice Valéry- aunque sea excelente o incluso seductor, nunca me parece bastante mío”.

Miro estas últimas esculturas tuyas hechas de tilo, mientras me explicas cómo has vaciado los troncos enseguida, para que la madera no se estropee. La elección de la métrica: una madera clara, un calibre determinado y la decisión impuesta por la materia que da lugar a un lugar más íntimo. Son esculturas franqueables y casi preparadas para ser colocadas en el paisaje, variantes de aquellos troncos huecos que ahora se abren. De miradores del cielo, pasan a ser lugares que incluyen en sí mismos el contenido al que dan acceso.

Atravesarlas equivale a estar en ellas. En el caso de otras puertas, las tori japonesas o tu propia puerta del parque de la memoria, Atariaren beasarkada , es necesario cruzar su umbral porque funcionan a modo de separación entre el lugar profano y el sagrado. Estas, al contrario, no llevan a ninguna parte, porque todo está en ellas. Cruzarlas es permanecer en ellas y la meditación, el acceso a la idea, no se pospone para un lugar más alejado. Todo proviene de la misma condición, como habría dicho Valéry. La materia impone el tema. O tal vez, consciente o inconscientemente, es el deseo el que busca en la materia. Sea como fuere, el todo resulta mayor que la suma de las partes y así, las nociones más simples se diluyen en favor de un ser–estar, el être francés, una cierta indefinición en lo contemplado a través de la exactitud de las formas.

Tal vez sea la relación profunda entre idea y materia la que hace desaparecer cualquier atisbo de narración y permite que lo abstracto, en su sentido más espiritual, resulte tan evidente. Y eso es lo conmovedor para el que observa, porque no puede dejar de mirar sin mirarse a sí mismo, como en estos versos de nuestro poeta:

“Para mí solo, en mí solo, en mí mismo
Y junto a un corazón, del verso fuente,
Entre el vacío y el suceso puro,
De mi grandeza interna espero el eco:
Es la amarga cisterna que en el alma
Hace sonar, futuro siempre, un hueco”. (1)

Con el deseo de verte pronto,

José Ramón Anda expone en Aroztegi Aretoa. Barrenkalea, 7, Bergara (Gipuzkoa) del 18 de septiembre a l 11 de octubre
En la foto, Carmen Otermin y José Ramón Anda