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Los hechos, los otros

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Queridos P. y R.:

Gracias pos vuestra recomendación. Devoré Los hechos como un chuletón casi crudo. Sellado, dicen ahora. Aquí, el toque de la plancha es el envío del manuscrito a Zuckerman y la carta que este le escribe pidiéndole que no publique el libro.

Se me pasaron por la cabeza muchas cosas; la asombrosa capacidad narrativa de Philip Roth las comparaciones con la vida de uno mismo y con las ajenas. También las imposibilidades de algunos para la novela y cómo hay quien es capaz de agarrar las miserias más personales y convertirlas en buena literatura.

La constancia, también. A la fuerza, claro, porque es lo que transmite Roth. Su enfrentamiento con los suyos,  con lo más sagrado, la imposibilidad de separarse de Josie durante tantos años; todos los contratiempos parecen dirigirse hacia el único objetivo de la escritura. No es así, por supuesto. Salvo raras excepciones, nadie planifica sus desastres para obtener un rendimiento artístico. Quizás la literatura juegue aquí con cierta ventaja. Es muy difícil obtener de un artista plástico una respuesta convincente en este aspecto. La evasiva es moneda corriente. Sin embargo, la escritura –al menos la buena- deja ver resquicios cuando no abismos.

La carta final de Zukerman me provoca unas enormes ganas de contestarle. Pero yo no soy Roth. Quiero decir que ese diálogo entre uno mismo y su alter ego no puede acabar nunca. Hay razones de sobra para seguir discutiendo hasta atisbar quiénes somos. Una de ellas es que, tal vez sea la única forma de saber quiénes son los otros.

Nos vemos pronto.