Ya ha llegado la fotografía de Pliego de la que me hablaste. Efectivamente, el parecido con la de Sander es notable, aunque solo aparente. El aire de los personajes es el mismo pero la diferencia no es solo el lugar donde se tomó. Sander sale al camino y nuestros jóvenes vienen al estudio a ser fotografiados. “Vamos a que nos retraten” es ir hacia la cámara estática, al lugar en el que la decisión de ser fotografiado proviene del sujeto, no del fotógrafo.
No es lo mismo vestirse para ir al fotógrafo que fotografiar a dos jóvenes ataviados para ir al baile de un pueblo cercano. ¿Qué lleva a Sander a buscar esa imagen? Hoy tiene un carácter etnográfico, pero en su día fue tan contemporánea como un selfie y sin embargo Sander es un documentalista que habla de la relación de las personas con el grupo social o profesional al que pertenecen. Esa es su intención: crear una tipología, un colección representativa de quienes viven a su alrededor.
Carlos Cánovas habla en su Navarra/Fotografías del estudio de Emilio Pliego y de la época dorada de estas imágenes en las que el retratado es casi “un mal necesario”, un estereotipo que se muestra como los otros quieren verlo.
Aunque el tiempo no lo iguala todo, el valor de estas dos imágenes contrapuestas reside quizás en su complementariedad; efectivamente no hay una foto de estudio en la que un cliente vaya a retratarse vestido de albañil con la cara tiznada, pero por una vez, aunque solo sea una casualidad, estamos ante la cámara que es perseguida o persigue a un mismo sujeto.
Gracias por tu aviso. Nos vemos pronto,