RSS
Volver

Una malla de gallinero

Cine
Estética
Música
Tokio
©


Compartir

En el templo budista de Shibamata, un monje vestido de negro hace chocar dos tablas de madera con poco sentido del compás. Canta algo indefinido. Algo que se parece a las canciones que cantan los indios alrededor del fuego, en las películas del Oeste. 

Cuando termina de golpear las tablillas, el monje comienza a rezar. Está sentado en la postura del loto cerca del altar. Le separa de los fieles dos escalones y una red de gallinero sujeta por una estructura de madera. El monje sigue rezando, hasta que golpea dos veces un gong de bronce. El recubrimiento de fieltro del mazo hace que el sonido sea profundo y prolongado. 

Desde un edificio contiguo, se escucha otro tableteo sin un patrón definido; un crotoreo de cigüeña desganada. Esa especie de desidia en el ritmo, hace del sonido algo imprevisible. No cabe otra cosa que la tensión: El no iniciado espera que, en cualquier momento, se encadene un compás que le arrastre a la laxitud, pero la cadencia no llega nunca.