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Passy en invierno : Citas

La impureza

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Querido R.:

Compré Underground cuando volví a casa. Lo había visto en alguna estación de tren o en algún aeropuerto y no me pareció el mejor sitio para hacerme con él. Lo leo a ratos, para que no se me atragante. Aunque está bien hilado y no es morboso, cada historia resulta dramática y una sesión demasiado larga, acaba por agobiar.

Ya sabes que si estoy con esto es porque, al menos de momento, soy incapaz de leer acerca de cosas más próximas. Recuerdo cuando devoraba libros sobre la cuestión vasca: acción y reacción. Se estaba bien en la teoría. Luego todo fue tan doloroso.

Lo que sucedió en el metro de Tokio, hace 20 años, a 10.000 kilómetros de distancia, me resulta algo más fácil de leer. Encuentro formas de comprender la vida, el trabajo, las relaciones familiares, el perdón o el odio y me sirve de algo.

Hay un párrafo que te gustará. Lo transcribo después.

Confío en que nos veamos pronto.

“Existe un tipo de marginación invisible en nuestra sociedad. Me refiero a una marginación psicológica hacia las víctimas del gas sarín. Por eso hay personas que tratan de ocultarlo. Sucedió lo mismo con las víctimas de la bomba atómica. No es más que una suposición mía, pero quizás esté relacionado con el concepto de impureza que impera en la sociedad japonesa. Desde la antigüedad, en Japón, se creía que si uno se relacionaba con la muerte o con la desgracia, quedaba impuro y los impuros eran marginados de manera sistemática. Es una tradición que en su momento quizás tuviera sentido. Por mucho que los marginasen, la comunidad cuidaba de ellos. No podían realizar los mismos trabajos, es verdad, pero en cierto sentido les protegían, existían rituales de purificación que, poco a poco, «curaban» esa impureza. El concepto funcionaba con cierta eficacia, ¿no cree?
En la actualidad ha desaparecido ese tipo de funcionamiento comunitario, pero la conciencia de la impureza existe en estado latente. Eso podría ser la causa de la marginación inconsciente. La reacción de la gente es, hasta cierto punto, inofensiva pero para las víctimas eso es muy duro”.

Kanzô Nakano, psicólogo entrevistado por Haruki Murakami en Underground

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Los ojos de los otros: Viver y Sancari

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Cyril Connolly
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Acabemos el año, sí. Atravesemos las convenciones atados al palo mayor porque esto no terminará ahora. Después del concierto, habrá más.

Dice Charles Lamb: “De todos los sonidos de todas las campanas (la música de las campanas es la más cercana al umbral del cielo) el más solemne y conmovedor es el repique que despide al año viejo. Nunca lo oigo sin que en mi mente se concentren todas las imágenes difusas de los últimos doce meses; todo lo que he hecho o sufrido, realizado o abandonado en ese tiempo que se ha ido para siempre”.

Solo será un momento; luego seguimos. El tiempo suficiente para amarrarme un poco mejor; mientras dure la travesía. No terminaré como Palinuro. Ya hablaremos en tierra firme.

Entretanto, tengo a la vista 2 libros; los más melancólicos que he encontrado. Uno es de Mariela Sancari y se titula Moisés. Sancari no vio el cadáver de su padre cuando falleció, así que no pudo pasar por el inicio del duelo que es precisamente la visión de la muerte.

Tiempo después, puso un anuncio en el periódico buscando hombres de la edad que entonces tendría su padre, con ojos claros y rasgos más o menos parecidos. Los fotografió y compuso un libro triste y reparador al mismo tiempo. Conforme el lector pasa las páginas dividas en trípticos, los hombres fotografiados parecen entremezclarse en el intento de recomponer la figura del padre, abocado a una segunda muerte: la de quien mira.

El otro es una edición de Javier Viver; Révélations Iconographie de la Salpêtrière. Paris 1875-1918. Viver selecciona de manera muy contemporánea más de 300 fotos de entre las 4.000 que forman la colección del hospital.“La Salpêtrière –dice la editorial RM- se hizo teatro de variedades en las sesiones de los martes, ante una concurrida representación de las élites culturales y científicas, mediante la inducción por hipnosis de contorsiones, crisis epilépticas y ataques de histeria, el registro y exposición de gabinetes de curiosidades y rarezas biológicas, fenómenos y monstruos. El resultado fue un archivo fotográfico sin precedentes, testigo de la época colonial, realizado con la intención “panóptica” del régimen disciplinario y documento sistematizado de los límites del alma humana”.

Compré este libro seguro de que me reconocería enseguida en alguno de los personajes fotografiados. Solo por estadística debería funcionar, pensé. Sin embargo, sucede como en el Moisés de Sancari: es por superposición. Los rasgos de unos y otros componen mi retrato enseguida. Hombres, mujeres, niños, tullidos, alucinados y cheposos me devuelven mi propia imagen. Cuando I. vio el libro me habló del test de Leopold Szondi.  Se muestra al sujeto grupos de fotografías de pacientes con determinadas enfermedades y aquel manifestará simpatía o disgusto. Las afinidades o las antipatías, permitirán hallar determinados rasgos de quien se somete al examen.

Alcánzame ese cabo.  más fuerte me amarraré. No solo por el miedo al sueño, también para mirarme a través de los otros. Los ojos de los otros.

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La mentira, los hechos, la tolerancia

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“No sin razón se dice que quien no se sienta fuerte de memoria debe apartarse de la mentira. Bien sé que los retóricos establecen diferencia entre mentir y decir mentira; aseguran que decir mentira es decir cosa falsa que se tomó por verdadera; y que la definición de la palabra mentir, en latín, de donde nuestra lengua la ha tomado, vale tanto como ir contra su conciencia, y que, por consiguiente, esto no se relaciona sino con los que dicen algo contrario a lo que saben, a los cuales me refiero. Ahora bien, éstos o lo inventan todo a su guisa, o alteran y trastornan aquello que es verdadero. Cuando cambian y desfiguran una cosa, al ponerla en su lugar un interlocutor, es difícil que se desconcierten, en atención a que su idea, tal cual es, habiéndose acomodado primeramente en su memoria o impreso en ella por la vía del conocimiento y de la ciencia, es difícil que no se presente a imaginación desalojando la falsedad, que no puede tener el pie tan seguro ni asentado, y las circunstancias del primer aprendizaje, esparciéndose de diversas suertes en el espíritu, tampoco hacen perder el recuerdo de la parte falsa o bastarda”.

Los Ensayos Capítulo IX
Michel de Montaigne

“-Una última pregunta: supongamos profesor Russel que esta grabación sea vista por nuestros descendientes, como los Manuscritos del Mar Muerto, dentro de cientos de años. ¿Qué piensa usted que valdría la pena decirle a esa generación sobre la vida que usted vivió y las lecciones que usted aprendió?

-Me gustaría fijarme en dos aspectos: uno intelectual y otro moral. En cuanto al aspecto intelectual me gustaría decirles que, cuando estén estudiando cualquier tema o considerando cualquier filosofía, se pregunten a sí mismos únicamente cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos sostienen. Nunca se dejen desviar, ya sea por lo que desean creer o por lo que creen que les beneficiará. Observen únicamente cuáles son los hechos. Esto en cuanto a lo intelectual. En lo que se refiere a lo moral, lo que quiero decirles es muy simple: el amor es sabio, el odio es estúpido. En este mundo, que cada vez se vuelve más y más interconectado, tenemos que aprender a tolerarnos unos a los otros, tenemos que aprender a aceptar el hecho de que alguien dirá cosas que no nos gustarán. Solamente podemos vivir juntos de esa manera. Si vamos a vivir juntos -y no a morir juntos-, debemos aprender un poco de caridad y un poco de tolerancia, que es absolutamente vital para la continuación de la vida humana en este planeta”.

Fragmento final de la entrevista al filósofo, matemático, lógico y escritor Bertrand Russell, realizada en el año 1959 por John Freeman para el programa «Face to face» de la BBC

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La señora Mblo y las agencias de adopción

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La correspondencia mejora. Esta variante contiene una apelación a un 80% de los sentimientos  humanos: a los más nobles y a los más rastreros.

Doña Poku teclea y se le alegra el corazón.

 

«De la señora Poku Mblo

Soy la señora Poku Mblo Nací el 19 de julio de 1970. Soy viuda y tengo una hija que es de 15 años. Estoy tan feliz de estar escribiendo que este mensaje ya que alegra mi corazón si usted puede compartir mi pasión para comenzar este proyecto que quiero empezar.

Quiero que entiendan que mi estado médico actual no me permite moverme para hacer de este proyecto una realidad, es por eso que necesito su ayuda para que este proyecto viene a través. Mi difunto marido era un comerciante de piedras preciosas, que comprar de de Ghana y Asia y que se reunió con él en el negocio hace 20 años y desde entonces hemos sido capaces de hacer un montón de dinero.

El problema es que mi marido era en realidad un huérfano y ambos se crió en un orfanato en casa y tenemos a nadie para ayudar excepto mi hija que es 15 años de edad. En este momento mi hija tiene 15 años de edad y he sido diagnosticado con una enfermedad síndrome mortal y también tengo un tumor cerebral, ya que es en este momento, el médico de están diciendo que sólo tengo sólo algunas pocas meses de vivir como ser realistas con ustedes tengo decir 1 mes o así que esto es por eso que quiero que hagas esto por mí como una obra de Caridad como no hay nadie para manejar este dinero.

Ahora el fondo se encuentra actualmente en un banco. Os he pedido esto porque quiero que permite recuperar el dinero del banco y la mitad del dinero se debe utilizar en la creación del orfanato y otras instalaciones para ayudar a los menos privilegios por qué la otra mitad del dinero se debe utilizar en la inversión en tu país.

Tenga en cuenta que esta inversión va a estar a su nombre, pero mi hija debe tener 50% de esta inversión. Además, usted tendrá que adoptar a mi hija como a su hijo, ella debe vivir con usted hasta que tenga edad suficiente para casarse y entonces usted puede ayudarla en la construcción de su propia vida, con su parte de la inversión.

Tenga en cuenta que cuando usted acepta esta oferta y acepta adoptar a mi hija como su propio hijo y cuidar bien de ella, voy a presentarte al banco como beneficiario a la cuenta donde el fondo es y te hacen un signatario de la cuenta.

Responda a mí con una copia de su documento de identidad si se acepta esta oferta y por favor no se olvide de que no hay nadie que se ocupe de mi hija por lo que debe adoptar ella como su hijo y debe configurar la infraestructura para atender a la necesitados y menos privilegios.

Siendo bendecido.

Gracias
Sra Poku Mblo»

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Clarineros de Pamplona

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“Aunque los clarineros prestaban unos servicios limitados, en 1707 (28-VI) la Corporación dispuso que no se pudiesen ausentar de Pamplona sin su permiso. En 1748, se estableció que no acudiesen de día ni de noche a ninguna función particular de los vecinos sin licencia previa del regidor preeminente y, en tal caso, que sólo se presentasen en casas de vecinos «notoriamente decentes», es decir, de buena consideración y posición social. No se trataba de la libre disposición por uno u otro clarinero de sus propias facultades y libertad natural, sino de que la institución más importante del municipio, representante de todos los vecinos, no permitía los servicios de sus empleados a favor de particulares. Era cuestión de prestigio y protocolo para el Ayuntamiento, institución de todos los pamploneses. En 1760 (25-VI), se insiste en esta última disposición, al prohibir a los clarineros su presencia en funciones de comunidades o cofradías sin permiso de la Corporación o del regidor preeminente (primero entre los 10 regidores o regidor cabo del burgo de San Cernin). Dichos acuerdos municipales reflejaban que la Corporación poseía una jurisdicción total sobre sus empleados. En este sentido, los regidores pusieron una particular atención para que otras instituciones respetasen al Ayuntamiento el derecho privativo que tenía sobre los clarineros, respecto a la concesión o negativa del permiso para asistir, como tales, a las celebraciones privadas de sus vecinos. Por dicho motivo, en 1744 la Corporación mantuvo un pleito ante el Consejo Real en defensa de su derecho privativo para apresar al clarinero Bernardo Plata -apresado el 27-IV-1744- por haber tocado música sin su permiso, aunque sí con el consentimiento expreso del virrey, el regente del Consejo, alcalde ordinario, y alguacil mayor del tribunal de la Corte Real. Estas licencias o permisos citados no bastaban según el fuero municipal, pues la jurisdicción a este respecto era privativa de la Corporación. A pesar de la jurisdicción privativa municipal, el Consejo Real sentenció en contra de ella, exigiendo la libertad de dicho clarinero. La Corporación obedeció. En realidad, en esta sentencia el Consejo Real no trataba sobre el derecho privativo del Ayuntamiento, sino sobre determinados aspectos del caso. Por su parte, la Corporación pretendió —sin éxito- consolidar su posición al recordar la expulsión que en 1743 decretó a sus clarineros Bernardo Plata y Antonio Mantelli por el mismo motivo aunque, poco después, benévolamente, les hubiese readmitido en el cargo”.

La burocracia del Ayuntamiento de Pamplona del siglo XVIII
José Fermín Garralda

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Swift, Twitter y el humor negro

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A Jonathan Swift lo conocemos sobre todo por Los viajes de Gulliver. También salió de su pluma un nombre propio: Vanessa, más conocido en España como La Vane. De todas formas, lo que aquí nos importa es que Swift puede ser considerado como el padre del humor negro por no decir negrísimo. No fue él quien puso el nombre al género. Tuvieron que pasar más de dos siglos para que André Breton publicara su Antología del humor negro. Claro que dar a la imprenta semejante libro en la Francia de 1940 solo podía traer aparejada la prohibición inmediata de su distribución por el Gobierno de Vichy.

Tal vez la frase de Adorno acerca de la poesía y Auschwitz, debió predicarse acerca del humor negro. Aun y todo, Breton publica de nuevo su Antología en 1947 y una edición definitiva en 1966. Entre los autores seleccionados, Thomas de Quincey, Baudelaire, Poe, Lewis Carrol Nietzsche, Rimbaud, Gide, Alfred Jarry, Raymond Roussell, Apollinaire o Kafka.

Breton dice en el prólogo:

“La palabra humor es intraducible, decía Paul Valéry, si no lo fuera, los franceses no la emplearían. Pero si la utilizan es precisamente por la impresión que le adjudican y que la convierte en una palabra muy adecuada para una discusión sobre gustos y colores. Cada oración que la contiene modifica su sentido, hasta el punto de no hallarse su significado propio más que en el conjunto estadístico de todas las frases que la contiene y que van a contenerla en el futuro”.

Volviendo al principio, Swift no fue concejal pero sí consejero del gobierno tory y decano de la catedral de St. Patrick de Dublín. Es cierto que se ganó algunas hostilidades a costa de sus escritos y que practicó una especie de rudimento de tuiteo, bajo el seudónimo de Isaac Bickerstaff, con el que arruinó la carrera de un conocido astrólogo y sin embargo toda Irlanda entendía que sus escritos tenían un carácter irónico. Breton recoge en su antología unos párrafos de su Modesta proposición: Para prevenir que los niños de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o el país, y para hacerlos útiles al público.

Aquí, unas líneas:

“…Ya he calculado el costo de crianza de un hijo de mendigo (entre los que incluyo a todos los cabañeros, a los jornaleros y a cuatro quintos de los campesinos) en unos dos chelines por año, harapos incluidos; y creo que ningún caballero se quejaría de pagar diez chelines por el cuerpo de un buen niño gordo, del cual, como he dicho, sacará cuatro fuentes de excelente carne nutritiva cuando sólo tenga a algún amigo o a su propia familia a comer con él. De este modo, el hacendado aprenderá a ser un buen terrateniente y se hará popular entre los arrendatarios; y la madre tendrá ocho chelines de ganancia limpia y quedará en condiciones de trabajar hasta que produzca otro niño.

Quienes sean más ahorrativos (como debo confesar que requieren los tiempos) pueden desollar el cuerpo; con la piel, artificiosamente preparada, se podrán hacer admirables guantes para damas y botas de verano para caballeros elegantes.

En nuestra ciudad de Dublín, los mataderos para este propósito pueden establecerse en sus zonas más convenientes, y podemos estar seguros de que carniceros no faltarán; aunque más bien recomiendo comprar los niños vivos y adobarlos mientras aún están tibios del cuchillo, como hacemos para asar los cerdos”…

Leí el otro día que algunos se acuerdan del racismo, el terrorismo o la pobreza, solo cuando leen un chiste ofensivo. Si sirve, valga.

dos cosas para leer, ya si eso: una. Dos

 

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Post aliud

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«Si nos detuviéramos alguna vez en examinarnos, y el tiempo que empleamos en fiscalizar a los demás y en conocer las cosas exteriores lo ocupáramos en sondear nuestro interior, nos convenceríamos presto de que nuestra contextura está formada de piezas insignificantes y deleznables. ¿No constituye, en efecto, un testimonio singular de imperfección la circunstancia de que no podamos detener nuestro contento y nuestra satisfacción en cosa alguna, y que la imaginación y el deseo nos impidan elegir el camino que nos es más adecuado? De ello es buena prueba esa gran disputa que sostuvieron siempre los filósofos a fin de encontrar el soberano bien del hombre, la cual dura todavía y durará eternamente sin que jamás se llegue a una solución o acuerdo:

Aquello que no poseemos se nos antoja siempre el bien supremo, mas cuando llegamos a gozar del objeto ansiado suspiramos por otra cosa con ardor idéntico, y nuestra sed es siempre igualmente insaciable». Lucrecio III, 1095)

Ensayos, De una sentencia de César 

Montaigne

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Whitman & Cheever

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Querido L.:
Después de la agitada mañana de ayer, abrí de nuevo tu ejemplar de Hojas de hierba. El lunes te lo devuelvo porque hoy saldré a por el mío. Estuve buscando algo que calmara mi espíritu pero solo encuentro una exaltación que me no conviene nada. Eso sí: mucho mejor traducida de lo que hasta ahora había visto. Leí hace unos días la introducción de Eduardo Moga que se hace imprescindible para entender el libro de Whitman. Luego busqué al azar y encontré esto, una especie de Cheever avant la lettre.
 
“I see a beautiful gigantic swimmer swimming naked through the eddies of the sea,
His brown hair lies close and even to his head, he strikes out with courageous arms, he urges himself with his legs,
I see his white body, I see his undaunted eyes,
I hate the swift-running eddies that would dash him head-foremost on the rocks.
 
What are you doing you ruffianly red-trickled waves?
Will you kill the courageous giant? will you kill him in the prime of his middle-age?
 
Steady and long he struggles,
He is baffled, bang’d, bruis’d, he holds out while his strength holds out,
The slapping eddies are spotted with his blood, they bear him away, they roll him, swing him, turn him,
His beautiful body is borne in the circling eddies, it is continually bruis’d on rocks,
Swiftly and out of sight is borne the brave corpse”.
 

Lo tienes en la página 1072. Te lo dejo marcado.

Hojas de hierba
Walt Whitman ed. Galaxia Gutenberg Círculo de lectores
 

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Confesiones de un borracho

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«Ser objeto de compasión para tus amigos, o de burla para tus adversarios; resultar sospechoso a los extraños y llamar la atención de los tontos; mostrarse torpe cuando no se puede ser ingenioso, o ser aplaudido como ingenioso cuando sabes que has sido torpe; sentirse llamado al extemporáneo ejercicio de esa cualidad que ninguna premeditación puede dar; ser alentado a realizar esfuerzos que terminan en desprecio; provocar un júbilo que otorga el odio hacia los provocadores; dar placer y recibir maliciosas miradas de reojo; tragar copas de un vino destructivo que destila en el aliento bufidos para lisonjear vanas compañías; hipotecar un mañana miserable por noches de locura; perder mares completos de tiempo junto a los que pagan con pequeñas y desconsideradas gotas de aplausos resentidos: estos son los tributos para la bufonería y la muerte».

Charles Lamb
Sobre la melancolía de los sastres
Ed. Universidad Nacional Autónoma de México

algunas obras en pdf

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Agamben, La perra, los dispositivos

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Querido L.:

A propósito de La perra de Grossman y de las relaciones del Estado con los ciudadanos, leía la semana pasada un brevísimo texto de Agamben sobre la idea de “dispositivo” elaborada por Foucault. Es el salto desde los regímenes autoritarios a cualquier forma de estructura. Es una formulación que todos conocemos pero, una vez más, su descripción siempre resulta de interés.

Dice Foucault:

«Lo que trato de indicar con este nombre (dispositivo) es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos.»

«…por dispositivo, entiendo una especie -digamos- de formación que tuvo por función mayor responder a una emergencia en un determinado momento. El dispositivo tiene pues una función estratégica dominante…. El dispositivo está siempre inscripto en un juego de poder»

«Lo que llamo dispositivo es mucho un caso mucho más general que la episteme. O, más bien, la episteme es un dispositivo especialmente discursivo, a diferencia del dispositivo que es discursivo y no discursivo».

Y resume Agamben en tres puntos:

“1) Es un conjunto heterogéneo, que incluye virtualmente cualquier cosa, lo lingüístico y lo no-lingüístico, al mismo título: discursos, instituciones, edificios, leyes, medidas de policía, proposiciones filosóficas, etc. El dispositivo en sí mismo es la red que se establece entre estos elementos.

2) El dispositivo siempre tiene una función estratégica concreta y siempre se inscribe en una relación de poder.

3) Es algo general, un reseau, una «red», porque incluye en sí la episteme, que es, para Foucault, aquello que en determinada sociedad permite distinguir lo que es aceptado como un enunciado científico de lo que no es científico”.

Agamben va más allá:

“Les propongo nada menos que una repartición general y maciza de lo que existe en dos grandes grupos o clases: de una parte los seres vivientes o las substancias y, de la otra, los dispositivos en los que ellos están continuamente capturados. De una parte, esto es, para retomar la terminología de los teólogos, la ontología de las criaturas y de la otra la oikonomía de los dispositivos que tratan de gobernarlas y conducirlas hacia el bien. Generalizándola ulteriormente la ya amplísima clase de los dispositivos foucaultianos, llamaré literalmente dispositivo cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. No solamente, por lo tanto, las prisiones, los manicomios, el panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas, etc., cuya conexión con el poder es en cierto sentido evidente, sino también la lapicera, la escritura, la literatura, la filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, las computadoras, los celulares y – por qué no – el lenguaje mismo, que es quizás el más antiguo de los dispositivos, en el que millares y millares de años un primate – probablemente sin darse cuenta de las consecuencias que se seguirían – tuvo la inconciencia de dejarse capturar”.

Abajo te pongo un enlace al texto completo y otro al  libro que se acaba de publicar. Ahora déjame que me vaya por las ramas. Anagrama añade al breve estudio del dispositivo, dos discursos de Agamben. El que cierra el libro -a Iglesia y el Reino-lo pronunció en la catedral de Notre Dame el 8 de marzo de 2009 y si los pongo en relación es porque me parece que se contradicen.

En el primero, cuando el autor decide ir más lejos que Foucault escribe esto:

“No sería probablemente errado definir la fase extrema del desarrollo capitalista que estamos viviendo como una gigantesca acumulación y proliferación de dispositivos. Ciertamente, desde que apareció el homo sapiens hubo dispositivos, pero se diría que hoy no hay un solo instante en la vida de los individuos que no esté modelado, contaminado o controlado por algún dispositivo. ¿De qué manera podemos enfrentar, entonces, esta situación? ¿Qué estrategia debemos seguir en nuestro cuerpo a cuerpo cotidiano con los dispositivos? No se trata sencillamente de destruirlos ni, como sugieren algunos ingenuos, de usarlos en el modo justo”.

“Esto significa que la estrategia que tenemos que adoptar en nuestro cuerpo a cuerpo con los dispositivos no puede ser simple. Ya que se trata de nada menos que de liberar lo que ha sido capturado y separado por los dispositivos para devolverlo a un posible uso común. En esta perspectiva, quisiera hablarles ahora de un concepto sobre el que me tocó trabajar recientemente. Se trata de un término que proviene de la esfera del derecho y la religión romana (derecho y religión están estrechamente conectados, no sólo en Roma): profanación”.

Continúa luego explicando el concepto jurídico romano de la profanación y la dificultad de su aplicación actual, aunque lo que me interesa no es tanto cómo debe actuarse frente a la proliferación de los dispositivos sino la necesidad del ser humano de hacerlo, de enfrentarse.

Sin embargo, cuando Agamben habla en Notre Dame, lo hace bajo el espíritu de Pablo y recurre a sus palabras:

“«Os digo pues hermanos: el tiempo se ha contraído; los que tienen esposa vivan como si no la tuvieran y lo que lloran como si no llorasen y los que estén alegres como si no lo estuviesen y los que compran como si no poseyeran y los que disfrutan del mundo como si no disfrutaran. (…) Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios. ¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. Y aunque puedas hacerte libre, aprovecha más bien tu condición de esclavo». El hos me, el «como si no». La vocación mesiánica revoca toda vocación, vacía y transforma desde el interior toda experiencia y toda condición facticia para abrirla a un nuevo uso («aprovecha más bien tu condición»).

En definitiva, es posible que como dice el autor, estemos ante “el cuerpo social más dócil y cobarde que se haya dado jamás en la historia de la humanidad” pero uno de los mayores y más longevos dispositivos que esa humanidad haya conocido nunca, siempre ha propuesto –salvo honrosas excepciones- aprovechar la propia condición de esclavo mientras se vive un tiempo mesiánico.

He recordado la noticia de hace 75 años que me enviaste el otro día: el capellán visitando al batallón de trabajadores –forzosos, claro-. Las felicitaciones por su espíritu cristiano y el regalo de cigarrillos.

Un saludo afectuoso,

 

¿Qué es un dispositivo? Giorgio Agamben. Ed. Anagrama

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Deshollinadores

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También en la editorial Sexto piso está publicado un libro del que pueden obtenerse otras enseñanzas. Como se titula Acontecimiento pensé que podría ser un trasunto del suceso como catalizador estético y así es. Slavoj Zizek recorre el concepto desde una gran variedad de puntos de vista: como la Caída o la Iluminación, como los tres Acontecimientos filosóficos, los tres Acontecimientos en el psicoanálisis o el Acontecimiento político.

Zizek dedica su tercera parada al budismo. Un practicante un tanto especial es quien mejor resulta retratado: Ango Sakaguchi propone la autenticidad como la cualidad misma de caer: “dejamos atrás nuestro Yo falso no cuando mantenemos la realidad a distancia, sino cuando caemos en ella completamente, sin reservas”.

No hay muchas más alusiones a lo espiritual. Se impone la filosofía y la cita a Kierkegaard no tiene que ver con el cristianismo. La revelación no tiene un hueco entre estas páginas: santa Teresa asaeteada por el ángel o Saulo en la Caída por excelencia, están excluidos. A cambio, el amor aparece una y otra vez como Acontecimiento supremo, como revulsivo que todo lo cambia.

De vuelta a Kierkegaard, su cita:

“Una persona ingeniosa ha dicho  que uno puede dividir a la humanidad  en policías, criadas y limpiadores de chimeneas. En mi opinión, este comentario no solo es agudo, sino también profundo y haría falta un gran talento especulativo para idear una clasificación mejor. Cuando una clasificación no agota su objeto idealmente, más vale una clasificación aleatoria, porque pone a trabajar la imaginación”.

 

Extra: La tesis decadente de Ango Sakaguchi

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Los últimos días del rey, de Julián Barón

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Los últimos días vistos del rey no es un libro fácil. La imagen del rey en la cubierta echará a más de uno para atrás. Bueno: así es más de uno. Julián Barón cuenta cómo Horacio Fernández le propuso completar una trilogía. Los dos primeros libros se habían editado en un tiempo récord después de la muerte de Franco y la proclamación de Juan Carlos I. Se llamaban Los últimos días de Franco vistos en TVE y Los primeros días del rey vistos en TVE. Las fotografías están tomadas directamente de la televisión por Fernando Nuño quien no era solo un fotoperiodista; fue conservador honorario del museo de arte abstracto español de Cuenca y realizó, él mismo, «varias exposiciones de los que hay catálogos y críticas». ( Fotos & libros España 1905-1977).

Barón cuenta cómo las imágenes con las que empezó a trabajar se le hicieron difíciles y reiterativas. Utilizó distintos televisores, cámaras y objetivos para conseguir texturas diferentes, de manera que el conjunto resultara variado. En las tomas elegidas no hay anécdotas ni puede deducirse, a primera vista, una crítica directa. Sin embargo, conforme se avanza en el libro, en las coincidencias con los otros que le preceden, en el moderno pixelado, resulta imposible no sacar conclusiones: el coche oficial, las bandas de los invitados, las manos que aplauden, las banderas, la prensa.

Nos hemos acostumbrado a las críticas directas, al si/no, a la velocidad, como dice el propio Barón y apenas queda un resquicio para la ironía, para el discurso del matiz. Aquí, En Los últimos días vistos del rey, ese matiz está en el color: el fondo de las páginas es un verde croma que ha permitido a Barón jugar con la composición y como ha dicho Horacio Fernández, sitúa el libro en un contexto histórico. El croma no existirá dentro de 20 años. La manipulación de la realidad se alcanzará por otros medios. Hoy, ese verde rabioso que da unidad a todo el libro, empezando por el título, funciona como los colores planos con que se iluminaron algunas páginas de aquellos dos libros anteriores. Uno quiere creer que en aquel autor, como lo hay en este, hubo más que un deseo de composición audaz y que en toda la trilogía se respira el mismo aire secreto de crítica compleja.

Barón cuenta cómo las imágenes con las que empezó a trabajar se le hicieron difíciles y reiterativas. Utilizó distintos televisores, cámaras y objetivos para conseguir texturas diferentes, de manera que el conjunto resultara variado. En las tomas elegidas no hay anécdotas ni puede deducirse, a primera vista, una crítica directa. Sin embargo, conforme se avanza en el libro, en las coincidencias con los otros que le preceden, en el moderno pixelado, resulta imposible no sacar conclusiones: el coche oficial, las bandas de los invitados, las manos que aplauden, las banderas, la prensa.

Nos hemos acostumbrado a las críticas directas, al si/no, a la velocidad, como dice el propio Barón y apenas queda un resquicio para la ironía, para el discurso del matiz. Aquí, En Los últimos días vistos del rey, ese matiz está en el color: el fondo de las páginas es un verde croma que ha permitido a Barón jugar con la composición y como ha dicho Horacio Fernández, sitúa el libro en un contexto histórico. El croma no existirá dentro de 20 años. La manipulación de la realidad se alcanzará por otros medios. Hoy, ese verde rabioso que da unidad a todo el libro, empezando por el título, funciona como los colores planos con que se iluminaron algunas páginas de aquellos dos libros anteriores. Uno quiere creer que en aquel autor, como lo hay en este, hubo más que un deseo de composición audaz y que en toda la trilogía se respira el mismo aire secreto de crítica compleja.

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3 de diciembre de 1977 (I)

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auto-edit-huarte-20141130_599El 3 de diciembre de 1977 tuvo lugar en Pamplona una manifestación promovida por la Diputación Foral de Navarra. El periodista de El País Fermín Goñi escribía acerca de las tensiones del día anterior “debido a la presencia de jóvenes que repartían panfletos con el siguiente texto: «Navarra, sí; Euskadi, no; ven el día 3, a las doce, en la catedral y después, a la plaza del Castillo. ¡Viva Navarra católica y foral! ». Durante todo el día de ayer se produjeron algunos enfrentamientos verbales entre personas de distintas ideologías sin que en ningún momento se pasara a las manos”.

Fui a la plaza del Castillo con una máquina, tal vez una Agfa y estuve disparando hasta que me echaron el alto unos cuantos tipos con pelliza. Les di el rollo que no era y después de revelar las fotos monté un folleto que ha andado por casa estos 37 años.

No hay apenas texto, aparte del título y los créditos de la edición, una frase de Amadeo Marco, entonces vicepresidente de la Diputación: “Cuanto más conozco a los hombres ¿eh..? más quiero a mi perro”. Claro, la frase no es suya, excepto la pausa interrogativa. En la contramanifestación del día 8, uno de los gritos que se corearon fue: “Amadeo, gamberro, vete con tu perro”.

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Trileros en la calle Fèdèration

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En la esquina de la Rue de la Fédération y el Quai Branly se apostan los trileros a primera hora de la mañana. Para calentar el ambiente, hacen el juego entre ellos. Siempre resulta un poco burdo. Se supone que quienes se acercan a la Torre Eiffel va tan cortos de reflejos como para caer en la trampa de los cubiletes.

No importa que ellos vistan igual: las mismas deportivas, los mismos pantalones o que ella, la de la panoja,  la suelte como si fuera un clínex.

El caso es que siempre pica alguien. La hipnosis de la bolita no tiene fin. Sea del tamaño que sea. Siempre hay un momento en el que vamos confiados a la Torre Eiffel o a la Cibleles.

Y entonces dices: -Quita; que ya sé yo.

«Estoy convencido de que por haberme acostumbrado desde niño a marchar por el buen camino y a no poner engaños ni falacias en mis juegos infantiles (menester es advertir que los de la niñez no son tales juegos, menester es juzgarlos en las criaturas como sus acciones más serias), no hay pasatiempo, por ligero que sea, al cual deje yo de aportar por natural propensión, instintivamente, una tenaz oposición al engaño. En los juegos de baraja mi lealtad es idéntica, trátese de cuartos o de doblones; lo mismo cuando me es indiferente ganar o perder, cuando juego con mi mujer y mi hija, que cuando me las he con un extraño. Mis propios ojos bastan para que me mantenga digno. No hay quien pueda vigilarme tan de cerca, ni nadie a quien yo respete más».

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Catequista antes que inconformista

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J. vino desde el sur de Inglaterra para casar a un sobrino. En el almuerzo, nos sentaron a la misma mesa. Atiende un puñado de parroquias cercanas a Devon aunque nunca se acerca a los acantilados. Es más de huerta que de paisaje largo. Dice que es un hortelano con iglesia. Le pregunté por los inconformistas y me contó algo acerca del estado actual de las capillas y la facilidad con la que se desgajan pequeños grupos de otros que a su vez provienen de iglesias que se habían apartado de la anglicana. Al parecer, cualquier matiz hace que la trama se extienda. No hay curas, no hay una interpretación unívoca de la Palabra y todo puede fluir hacia un lado u otro. Su relato me pareció el de un mundo de “minicismas” en movimiento lento y perpetuo.

Yo había comprado en junio el libro de Martin Parr, sobre todo porque en la página 93 aparece una de sus mejores fotos, tomada cuando su acidez no era extrema y observaba el mundo con algo de condescendencia. En el libro, Las comunidades y las capillas están tratadas, a partes iguales, con respeto e ironía. Se nota en las imágenes el tiempo dedicado. Él y su esposa pasaron muchos meses en la comunidad de Crimsworth Dean, hasta el punto de que Susie Parr llegó a dar clases de catequesis aun no siendo creyente.

Ella es quien se encarga de los textos del libro y hay un párrafo sincero y revelador acerca de las implicaciones de la fotografía:

“Aunque no nos percatamos de ello en ese momento, Stanley Greenwood se tomó nuestro interés por la comunidad y la capilla como un indicio de que podríamos ser nosotros quienes nos ocupáramos de la capilla en el futuro. Esto, en parte, era culpa nuestra, porque nos habían implicado precisamente en lo que intentábamos documentar. Stanley pareció percatarse de su error cuando vio la exposición de las fotografías de Martin en el centro de información turística de Hedben Bridge. Frustradas sus esperanzas, expresó su decepción con cierta amargura”.

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